Queridos Hermanos…
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“Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será
vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo” (Mr 10, 35-45).
Traemos a colación estos versos del Evangelio según San Marcos para despedir,con unas breves palabras, una etapa de doce años en la que Juan Luis Romero Sánchez ha sido Hermano Mayor de nuestra corporación.
El servicio al prójimo, una máxima que debe regir la vida de una Hermandad ya que, como decía Santa Teresa de Jesús “la mejor manera de descubrir si tenemos el amor de Dios, es ver si amamos a nuestro prójimo”. A lo largo de estos doce años han sido numerosos los hermanos y hermanas que han trabajado para llevar a cabo los fines primordiales de una Hermandad: mantener en su templo el culto en honor a sus Sagrados Titulares, ayudar a sus miembros a un crecimiento de su vida cristiana mediante la adecuada formación espiritual, ejercer la Caridad Cristiana, como manifestación del Amor, y mostrar públicamente su fe, a la vez que ser vía de evangelización, a través de la Estación de Penitencia en las calles. A todas esas personas queremos darle las gracias por dedicar desinteresadamente parte de algo muy valioso que tenemos en nuestras vidas y no regresa: el tiempo, siempre recordando las palabras de Jesús en el Evangelio de San Mateo: “cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis”. La generosidad de Dios siempre rebasa nuestra entrega.
En nombre de la actual Junta de Gobierno, gracias a las Madres Carmelitas Descalzas que nos acogen en su Convento y nos ayudan solícitamente en todo lo que la Hermandad pudiera necesitar. Gracias a los diferentes directores espirituales que nos han acompañado en estos años, padre Antonio Ángel, padre José Marín y Fray Francisco Javier de María. Gracias a las personas que a lo largo de estos años han adquirido un compromiso más fuerte con nuestra Hermandad y han formado parte de las diferentes Juntas de Gobierno. Gracias a los hermanos y hermanas que han estado ahí para ayudar en las múltiples tareas y cultos que hay que realizar durante todo el curso cofrade. Gracias, Juan Luis, por prestarte a guiar y coordinar la vida de la Hermandad durante estos doce años.
Recordando el pasaje evangélico anteriormente citado, sigamos sirviendo a nuestro Sagrados Titulares y al prójimo desde la humildad, la sencillez, la unidad y la entrega a fin de mejorar nuestra vida cristiana y coadyuvar a la extensión del Reino de Dios en nuestro mundo. Así se lo pedimos a Nuestro Padre Jesús Nazareno y a María Santísima de la Merced.