Festividad de Sta. Teresa de Jesús
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En el día de la Solemnidad de Santa Teresa de Jesús finalizaba el solemne triduo que la comunidad de MM. Carmelitas Descalzas celebraba en honor de su Madre y Fundadora, en el templo de S. José. 

P. José Fernández Marín O. C. D. reflexionaba en la eucaristía sobre la relación entre Santa Teresa y la Virgen María, recordando, como ya hizo en los dos días anteriores, una visión mística  de la Santa en la que Dios Padre le ofrece los dones del Hijo, del Espíritu Santo y de la Virgen Madre. Son los dones con los que Dios nos bendijo a todos como sus hijos. Santa Teresa respondió a cada uno de ellos con un compromiso total, que queda plasmado en sus obras.

P. José Fernández Marín destacaba como toda la vida de Santa Teresa estuvo marcada por la presencia de la Virgen: en el rezo del rosario, en la Orden del Carmen, en su peregrinación al Santuario de Guadalupe…

Siendo la Santa todavía una niña, a la muerte de la madre acudió a un cuadro de la Virgen de la Clemencia y se encomendó a Ella, pidiéndole ser, a partir de entonces, su Madre. Más adelante, a lo largo de su vida, experimentó las vivencias de la Virgen en los misterios marianos o relacionados con María: la Anunciación, y en particular la “ocubración”, cuando el poder del Altísimo cubrió a María con su sombra; la Encarnación de Nuestro Señor, que por nosotros “quiso caber” en el vientre de su Sacratísima Madre; la presentación de Jesús en el templo, que marca para María un camino de dolor; los últimos momentos de la vida de Cristo, percibiendo como la Virgen estaba padeciendo y muriendo junto a su Hijo; la desolación y la angustia de María, que, “traspasada” de dolor, lleva al Hijo en sus brazos; la noticia del Hijo resucitado, que Santa Teresa saborea como María; la Asunción de Maria al Cielo, de la que Santa Teresa tuvo una experiencia mística, en la que la Virgen la empujó a continuar con su obra en la Orden.

De manera que la vida de Santa Teresa, como la vida de  Jesús, se colmó de la presencia constante de la Virgen María. Las virtudes que más la cautivaron son la pobreza y la humildad de María y su presencia en toda la vida espiritual, intercediendo siempre por todos los pecadores.

Aprendamos de Santa Teresa su relación con la Virgen. Aprendamos a amarla y a imitarla como nos enseña.